Las Rutas de los Periodistas de Dawrak traen Rima Marrouch, en Polonia

11/03/2014
Las Rutas de los Periodistas de Dawrak traen Rima Marrouch, en Polonia

La periodista siria Rima Marrouch, ganadora del premio Dawrak, estuvo en Polonia para hablar de periodismo con los estudiantes de la escuela superior de Czechowice Dziedzice, en el marco de Las Rutas de los Periodistas del Programa Dawrak – Ciudadanos para el diálogo. Rima Marrouch entrevistó a Grzegorz Tyron, vice-director de la escuela superior Marie Sklodowska Curie, y su entrevista fue transmitida por la radio estadounidense NPR.

Aquí hay una adaptación del discurso de la Marrouch, que la periodista ha compartido con la Fundación Anna Lindh.


Los viajes a Polonia siempre han sido un poco emotivos para mí. Es el país de mi madre y lo descubrí a los 11 años, cuando nos fuimos de Siria. Nadie preguntó mi opinión o la de mi hermana de 13 años, para saber si queríamos establecernos en ese frío país de la Europa del este que acababa de vivir un período de gran transformación política. A pesar de la emoción de viajar a otro lugar, no creo que estuviéramos preparadas para dejar nuestra escuela en Siria, nuestro barrio en Homs, los amigos y la sola vida que conocíamos para empezar todo desde cero. Rápidamente tuvimos que aprender cómo escribir un idioma que sólo sabíamos hablar y mi profesora polaca me dijo después que cuando llegamos mi hermana y yo hablábamos polaco con un fuerte acento árabe (que con el tiempo aprendimos a eliminar).
En principio no fue algo fácil. En clase tomaba notas en árabe porque era difícil escribir en polaco. A menudo llegaba una pregunta que siempre me irritaba un poco y que todavía oigo a veces cuando tengo que presentarme: “¿Rima? Pero eso no es un nombre polaco.” En Polonia las chicas tenían nombres como Ania, Kasia y Agnieszka, una plantilla que claramente no encajaba y no quería encajar.

Llegamos a Polonia en 1991. Una época muy distinta de la actual. Me acuerdo vagamente de la nueva democracia y del capitalismo. Del bajo nivel de los estándares de producción de los spot publicitarios que pasaban en televisión y de la urgencia de aprender nuevas técnicas después del colapse de los sistemas de distribución centralizados. Hoy Polonia es un país totalmente diferente de lo de los recuerdos de mi infancia. La opulencia de los productos, el buen embalaje de los servicios, los colores que han sustituido a la arquitectura gris del comunismo y de la era post-comunista.

A pesar de las diferencias entre Polonia y Siria, yo siempre he encontrado algunas similitudes entres estos lugares que parecen tan diferentes para los otros. Quizás fue la necesidad de reunir a dos identidades y dos lugares en mí. Yo estaba convencida de que los países de mi madre y de mi padre no eran tan diferentes, por el contrario eran bastante parecidos en varios aspectos. Por ejemplo, la amabilidad de la gente (a pesar de la dureza de algunos polacos a primera vista), la experiencia de vivir en un sistema totalitarista encontrando maneras creativas para eludirlo en las películas y en la literatura, o la experiencia cruel de una guerra que destruye todo, que hoy me parece muy pertinente.

En Polonia todavía hay un nivel de racismo que tolero muy difícilmente (se parece un poco al nivel de las teorías de conspiración en el mundo árabe, que también es difícil para mí entender) En dos ocasiones, en este viaje, hablando de los recientes acontecimientos en Túnez, Siria, Egipto y Libia, oí el clásico pensamiento común que “¿quizás en estos países (los países árabes) la cultura y la religión no permiten a las sociedades de ser democráticas? ¿Quizás necesitan un poder más fuerte?” Me quedé tranquila. Pregunté si Polonia había aprendido su democracia de la noche a la mañana o si por el contrario no necesitó 40 años después de la guerra para convertirse en una joven democracia. La respuesta fue: “que sí, es verdad. Nos costó tiempo”


EDUCACIÓN

A pesar de los difíciles comienzos, aprendí a amar Polonia de la misma manera en la que amaba el país de mi padre. También me siento muy agradecida a Polonia por darme una buena educación, tan diferente de la educación baathista de lavado de celebro que experimenté en la escuela primaria, una educación que solo estaba basada en la memorización de material, en vez que en el desarrollo del pensamiento crítico o de la capacidad de hacer preguntas.
Las Reformas de la educación de finales de los años 90 en Polonia se han descrito en los últimos años como una gran historia de éxito. Durante los últimos años Polonia ha subido en el clasificatorio internacional para llegar en 2012 a la decimocuarta posición, antes EE. UU., Suecia, Francia, Alemania y Reino Unido en el Programa de la OCDE para la Evaluación Internacional de Alumnos (Pisa). Polonia es el único país en transición que pasó de estar por debajo de la media de la OCDE en PISA hasta estar por encima de la media.
A pesar del éxito general, algunos profesores de la escuela superior me dijeron que estaban un poco nostálgicos del sistema pasado, lo de antes de las reformas del 1999. En ese sistema, después de 8 años de escuela primaria, los estudiantes pasaban 4 años en la escuela superior, mientras que ahora hay 6 años de escuela primaria, 3 de escuela segundaria inferior comprensiva y 3 de escuela superior para los estudiantes que quieran seguir con los estudios.
“Cuatro años de estudio en la escuela superior permitían a los estudiantes de conocerse entre ellos y a los profesores de conocer a los estudiantes, entender sus problemas y resolverlos. Había bastante tiempo no sólo para enseñar sino también para conocerse” dice una profesora de inglés que ha estado trabajando en la escuela superior Maria Sklodowska Curie en Czechowice – Dizieszice durante los últimos 14 años. La profesora conoce muy bien la escuela y también estudió allí. En esta escuela, que fue establecida después de la Segunda Guerra Mundial en 1948, hay un sentido de continuidad y familiaridad: muchos profesores fueron estudiantes en la misma escuela y volvieron para enseñar. Rose es una de ellos y reconoce también otros problemas: el más visible es que no se invierte bastante dinero en las escuelas. “No tendríamos que cuidarnos de problemas como grabadoras, papel, cosas así. Tendríamos que tener todo lo que es necesario para enseñar. Además, las escuelas tendrían que ser más atractivas. El aspecto de los edificios, los baños, los corredores, los espacios en los que los estudiantes pueden quedarse después de las clases. Las escuelas necesitan realmente más fondos”.






GUERRA


Me fue de Polonia hace 8 años pero me alegra haber visto su desarrollo cuando vivía allí y ahora en mis visitas cada año. Polonia con su economía ha hecho muy bien en estos últimos años. Pero no siempre fue tan fácil. Polonia tuvo básicamente que resurgir de sus cenizas después de la segunda Guerra Mundial. Una sexta parte de la población murió durante la guerra. Millones de vidas desaparecieron durante los combates y en los campos de concentración. Ciudades enteras fueron convertidas en escombros.

Durante mi última visita pasé cerca de los muros de Auschwitz, el campo de concentración donde los nacistas mataron a más de un millón de personas. Recuerdo que estuve en el último año de liceo cuando visité el campo por primera vez, porque eso es lo que hacen en Polonia en los viajes escolares: visitar campos de la muerte. Oswiecim es una ciudad pequeña hoy, que cuenta con 40.000 personas, medios de transporto públicos, gente que va a trabajar o a la escuela. La guerra acabó hace muchos años pero hubo momentos en los que este lugar representó la página más oscura de la historia europea. Cuando visitas los cuarteles y las cámaras de gas, cuando ves cientos de zapatos de las victimas, te acuerdas cosas que están escritas en la memoria nacional y que no podemos – y que no tendríamos que olvidar.

Leszek Bobrowski, profesor de Educación Física en la escuela superior de Marie Sklodowska-Curie, estaba conduciendo el coche cuando pasamos cerca de Auschwitz. Durante la entrevista dijo que en su opinión tendríamos que recordarnos de lo que ha pasado pero también hay que pasar de página. “Yo pienso que tendríamos que dar a las nuevas generaciones una hoja blanca en vez de seguir repitiendo que fueron los alemanes los que hicieron eso y que todo es su culpa. Yo a veces vengo aquí, y claro que estoy interesado en la Segunda Guerra Mundial, pero en mi vida cotidiana me alejo de estas cosas. Pertenecen al pasado y tenemos que recordar, pero sin construir nuestras relaciones con los vecinos a través de este prisma” dijo. En Polonia, la narrativa común en las clases de historia es que Polonia fue abandonada por sus aliados (Bretaña y Francia) el primero de septiembre 1939, cuando los nacistas alemanes atacaron a Polonia desde el este, mientas que la Rusia soviética la atacó desde el oeste 17 días después.

Le pregunté si sentía nostalgia del socialismo y no tuvo que pensar mucho para responder: “No echo de menos ese periodo porqué fue un periodo de adoctrinamiento horrible. Nos cargaban con información que no era verdadera. Esta amistad entre las dos naciones (Polonia y Unión Soviética) era totalmente falsa. Todo lo que hacías era apariencia y todo era igual, todos tenían que pensar de la misma manera. Nunca voy a estar nostálgico de este periodo”.

Después, Leszek relata los cambios que han ocurrido desde entonces. En su opinión, uno de los cambios más importantes, después de la posibilitad de hablar libertamente, fue la posibilitad de moverse libertamente en el mundo. “En pasado era muy difícil de dejar Polonia y viajar. Tenías que esperar en cola durante días para obtener un pasaporte e incluso cuando lo conseguías era muy difícil obtener una visa para los Países Europeos. Me parece que si ahora los polacos viajan tanto es también para recuperar el tiempo perdido. Esta posibilitad de moverse libertamente y de salir de la influencia rusa es lo que más cuenta para mí.” Leszek ha viajado por toda Europa durante las vacaciones de su familia. Dijo que sólo falta ver Portugal y quizás lo verá este año.

Le pregunto cual es la clave del éxito polaco para él. “La confianza en que podemos cambiar las cosas” responde. “Nos costó 50 años para llegar aquí y muchos esfuerzos. Pero todos teníamos esa confianza y es más fácil cambiar las cosas cuando los otros también crean que se puede hacer.” Y después añade una última cosa: “Luchar es lo más fácil. Lo que es difícil es construir un lugar que ofrezca prosperidad para la gente”.

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