Entrevista Basma Khalfaoui

10/09/2013
Entrevista Basma Khalfaoui

Entrevista a Basma Khalfaoui



IEMed : La Asociación Tunecina de Mujeres Demócratas, de la cual forma parte, nació en 1994. Me gustaría saber su opinión sobre el movimiento asociativo en el sur del Mediterráneo y especialmente en su país, Túnez. Normalmente, respecto al tema de las mujeres, la gente piensa que el presidente Bourguiba y su mujer hicieron mucho, pero en Túnez ya existía un fuerte movimiento feminista anterior a su llegada al poder. Se había luchado mucho y se habían conseguido muchas cosas. Los políticos no suelen tener en cuenta todo lo que la sociedad civil había luchado y había pedido antes de Bourguiba. Por otra parte, en Europa tendemos a creer que los logros de los países del Sur en el tema de las mujeres se les han sido dados.

Basma Khalfaoui : No, los movimientos feministas en Túnez empezaron en 1934 con los movimientos de liberación, con figuras como Tahar Haddad y otros que estaban ahí, y que participaron en los movimientos de liberación de una manera directa o indirecta, a través de la reflexión y la escritura o bien a través de la acción sobre el terreno. Las mujeres que participaron en estos movimientos feministas de principios del siglo XX fueron muy valientes, ya que en algunos casos se vieron involucradas en las tareas más peligrosas, como la lucha armada. Más tarde, durante los años 50, se empezó a hablar de liberación de la mujer en el seno de la filosofía tunecino-islamista (existe una mezcla entre ambas corrientes), y después ya llegó Bourguiba. Es cierto que el presidente tenía una visión bastante moderna para la época, y fue una opción política fomentar los derechos de la mujer. Pero el militantismo, el feminismo nunca se han detenido en Túnez, siempre ha habido una continuación desde los orígenes, incluso en la época de Bourguiba, porque la opresión respecto a las mujeres se mantenía a pesar de todo. La mujer no era libre, y, por supuesto, no estaba en situación de igualdad respecto al hombre: ni en igualdad económica, ni social, ni política, ni administrativa. Más bien al contrario, su situación era muy crítica y vulnerable. En los años 70 y 80 hubo un movimiento feminista muy avanzado en el ámbito universitario, estrechamente relacionado con la izquierda. De golpe, el movimiento feminista se unió a la oposición. Así pues, no podemos decir que el presidente Bourguiba nos diera todo eso, sino que el militantismo continuo y persistente de las feministas fue lo que nos llevó a la “mejor” situación de las mujeres en el contexto del mundo árabe. Pero eso no quiere decir que tuviéramos, ni mucho menos, una situación donde la mujer pudiera vivir a gusto.


IEMed: Además, respecto a algunos asuntos como las herencias, la situación continúa siendo desfavorable para las mujeres. En Túnez también ocurre eso, y la Asociación Tunecina de Mujeres Demócratas sigue luchando en este tema y también por otros asuntos importantes. ¿En qué aspectos las mujeres demócratas han conseguido ofrecer una visión diferente al llamado feminismo de estado?

B.K : Por supuesto, las mujeres demócratas luchan desde 1999, año en que fue reconocida la asociación, pero antes de ella hubo muchos logros del feminismo. La asociación promueve un tipo de feminismo distinto del feminismo de estado, y que se aleja de la imagen de la mujer sumisa que debe ser bella y callarse. No dejamos de proclamar que somos el mejor país del mundo árabe en lo que respecta a los derechos de la mujer, pero en realidad en nuestro entorno reina una concepción patriarcal de la sociedad que empuja a la mujer a la sumisión total. Así, la Asociación Tunecina de Mujeres Demócratas siempre ha reclamado una igualdad real entre el hombre y la mujer para combatir ese patriarcado que domina nuestra sociedad. No se trata, pues, de combatir contra los hombres, sino contra esa visión patriarcal.

IEMed: A propósito de lo que explica, escribí un estudio sobre la sociedad civil en Marruecos hace ya tiempo, en 2002. Cuando trabajaba en este libro, revisando las teorías sobre sociedad civil, vi que en el mundo árabe, durante los años 70, los universitarios y la izquierda organizaron un gran congreso sobre la figura del filósofo y sociólogo Antonio Gramsci. El congreso pretendía ofrecer una visión distinta a la que había dado el sociólogo marxista sobre la sociedad, pero al mismo tiempo mostraba un fuerte interés por algunos aspectos de la realidad ligados a la cultura, incluso admitiendo que quizá los aspectos religiosos podían servir para abrir la mente de la sociedad. En Túnez, los tunecinos han empezado ya a valorar la profundidad de la sociedad civil. Usted es muy joven, pero quizá nos puede explicar algo al respecto.

B.K : Tengo 43 años, no soy tan joven.

IEMed: En este gran seminario los tunecinos teorizaron sobre los aspectos más importantes de la sociedad civil. Me gustaría saber si ahora mismo, en Túnez y en el mundo árabe (aunque el mundo árabe sea muy diverso) todos estos aspectos de la sociedad civil se ven como factores de desarrollo, como factores de una nueva visión societaria.

B.K: Justamente, la sociedad civil es un factor de desarrollo, y es un factor que, además, está evolucionando en las sociedades mediterráneas, en las sociedades árabes y, sobre todo, en Túnez. Es cierto que no es muy antiguo, pero sí que evoluciona de manera rápida y positiva. Al principio, los políticos no aceptaban, no reconocían el valor de la sociedad civil. La extrema derecha, e incluso la izquierda, pensaban que era algo extraño que venía del exterior, de Occidente, pero poco a poco se pueden ver los efectos de esta sociedad civil y sus organismos. Se han dado cuenta de que es un factor regulador. Actualmente, creo que la sociedad civil constituye la vanguardia, el ángel de la guarda de la sociedad. La sociedad civil mantiene el equilibrio frente a los desvíos de los políticos, y podemos apreciar notablemente su efecto en la atmósfera política. Usted ha citado el ejemplo de Marruecos, y estoy completamente de acuerdo, porque en ese país existe un movimiento de sociedad civil muy importante y muy real.


IEMed: Permítame que le obsequie con un ejemplar del libro que he mencionado antes, La sociedad civil en Marruecos. En lo esencial, creo que aún es un libro válido e interesante. También para nosotros, porque en Europa ahora mismo hay muchos aspectos que no funcionan: el comportamiento de los políticos, el programa de los partidos... En general, mucha gente piensa que deberíamos ser más participativos, más escuchados. No sólo es necesario votar, sino también actuar.

B.K: Hay que pensar que podemos impulsar el desarrollo de la sociedad, empujarla a la reflexión. Desde la Asociación Tunecina de Mujeres Demócratas llevamos a cabo una campaña contra la violencia en el año 1995, y nos miraban como si habláramos en chino. Después iniciamos otra campaña contra el acoso sexual, y fue aún peor, porque nos atacaron desde todos los flancos. Nos decían, bien que teníamos un problema moral, es decir, que éramos inmorales, o bien que estábamos tratando un problema muy real, y esto lo decía la izquierda, pero que no era la sociedad correcta, no era el momento adecuado. Así que fuimos atacadas desde todos los flancos.


IEMed : A propósito de este asunto, me gustaría citar la figura de Chokri Belaid, su marido, y el movimiento de base que creó, y que se sitúa en los intereses de la ciudadanía. Me gustaría conocer su opinión acerca de la idea que tenía, es decir, si usted cree que los partidos demócratas y laicos, situados a la izquierda, son conscientes de la importancia de la sociedad civil, o bien por desgracia, y debido al sistema político, se convierten en organismos muy similares que acaban dando la espalda a la sociedad civil.

B.K : Los partidos demócratas de izquierdas son portavoces de la sociedad civil hasta que plantean problemas que se contradicen con su proyecto político. A partir de ese momento, ya no representan a la izquierda.

IEMed: ¿Podría explicar por qué creó una fundación contra la violencia, y por qué cree que puede convertirse en una gran fundación o asociación internacional? Creo que su intención es traspasar las fronteras tunecinas para crear, precisamente, una conciencia común contra la violencia política, económica y de género. ¿Por qué cree que otros países pueden estar interesados en esta fundación?


B.K: Pretendo trabajar en la fundación a nivel internacional porque tengo la impresión, creo, siento que la violencia no deja de aumentar en todos los países. No es sólo en Túnez, Turquía o Egipto, sino que aumenta de manera internacional. Hay estadísticas que demuestran que la violencia está aumentando incluso en Europa o en América, ya sea respecto a las mujeres, o los niños, ya sea violencia económica, social, etc.

IEMed: Cuando menciona la violencia política, ¿se refiere a la violencia de estado?

B.K : Hay violencia real en todas las atmósferas políticas, por parte y en contra de todas las partes que componen el panorama político, no sólo por parte del Estado. A veces, las mujeres somos violentadas moralmente por los partidos políticos, ya sean progresistas, regresistas, de derechas, de izquierdas, ningún partido acepta fácilmente que haya una mujer en una posición clave, y eso ya es una forma de violencia. Así pues, la violencia política existe también porque se considera a las mujeres personas débiles, y da igual que esta violencia sea ejercida por un partido político, por las instituciones, por una idea, por el gobierno, por el Estado…No hablamos sólo de violencia estatal. De ahí el cariz internacional de la violencia.
En cuanto a su pregunta sobre la creación de la fundación, la he creado tras experimentar la violencia de Estado, la peor de las violencias. Chokri Belaid, mi marido, padre de mis dos hijas, fue asesinado en la puerta de casa por varios disparos. Para mí fue algo demasiado difícil de digerir. Y no tengo ningunas ganas de que otras personas revivan, sientan este dolor, esta amargura, esta cosa que ni siquiera puedo nombrar o describir y que siento en lo más hondo de mí. Así que mi intención es combatir todos los tipos de violencia a través de seminarios, a través de la reflexión, los debates, la cultura, el deporte, a través de todos los medios que puedan constituir una alternativa contra la violencia. La violencia es un fenómeno que mata por unas necesidades, ya sean económicas o sociales, y a causa de unos límites, ya sean económicos, intelectuales, etc. Habría que decir a todos aquellos que ejercen la violencia: « No hagáis eso, podéis hacer esto, tenéis esta alternativa ». Por ello pienso que es necesario trabajar juntos, a nivel nacional e internacional, para combatir este fenómeno.

IEMed : Precisamente, sus palabras me recuerdan que es más complicado cambiar la mentalidad de la gente que las leyes. Ayer, una chica le preguntó por el caso de Amina, y usted respondió como abogada y jurista, sobre aspectos legales relativos a la pena. ¿Cree que la sociedad tunecina va un poco por delante de sus leyes o al revés, está más atrasada? Menciono este asunto porque, como sabe, el próximo mes de septiembre se celebrará una conferencia ministerial en París, a la que asistirán ministros de todos los países euromediterráneos, incluidos los de los países con gobiernos islamistas. A propósito de este asunto han aparecido algunos artículos que muestran reservas ante temas como el que mencionábamos antes de las herencias. ¿Cree que la clase media tunecina ha asumido los aspectos más importantes relativos a la libertad de las mujeres o, en cambio, existen aún muchas reservas en la sociedad?

B.K : Creo que aún hay muchas reservas en nuestra sociedad. No se ha trabajado en este sentido, justo ahora se empieza, hay muchas asociaciones, muchos organismos que trabajan directamente con los ciudadanos, en las profundidades de Túnez, y que empiezan a tratar todas las cuestiones relativas a los derechos de las mujeres, como la que acaba usted de mencionar. Por supuesto, habrá una resistencia al principio por parte de la sociedad, porque las costumbres y la mentalidad no se cambian fácilmente. Tenemos un background construido durante siglos que no va a desaparecer porque una asociación o dos trabajen con nosotros. No se trata de un trabajo de días, sino que la situación exige un trabajo constante, de años, para poder llegar a mover cosas tan rígidas y estables como el pensamiento de los hombres y las mujeres. Es un trabajo muy persistente, pero ya empieza a moverse algo. Ahora la gente se plantea más preguntas. Por ejemplo, la sociedad condena la unión libre en Túnez, pero a través de las estadísticas vemos que existen otras formas de unión libre. Cuando hablamos de matrimonio no legal, estamos ante una unión libre, en la que no existe ningún contrato firmado por la pareja.

IEMed: Ah, sí, creo que es algo que se hacía también en Argelia, donde se raptaba a las chicas para mantener con ellas relaciones sexuales, en un matrimonio temporal.

B.K : Exacto, es lo que se llama « nikah al yihad ». Este nombre es bastante vulgar para la población tunecina, quiere decir “follar para la yihad”. Esta expresión alude al hecho de que se envían chicas de 15 o 16 años de Túnez a Siria para que el ejército pueda consolarse con ellas. Podemos decir que se trata de una práctica, como mínimo, chocante.

IEMed : Así pues, la prostitución no está permitida, pero los hombres pueden disfrutar de esta fórmula porque sí está permitida.

B.K : Sí, esto es algo que se enmarca en la religión, por tanto es « halal », permitido.
IEMed: De acuerdo. Yo soy antropóloga y, respecto a este asunto, he leído que, para abolir la poligamia había algunas fórmulas legales, acuerdos antiguos que obligaban a los hombres a tener sólo una mujer. Es una costumbre que se enmarca en la cultura, y eso está bien. Porque así podemos defender el hecho de que, si dos personas se quieren, ¿por qué no podemos permitir que vivan juntas, y sí podemos permitir, en cambio, otras cosas que se enmarcan dentro de lo « sagrado »?

B.K: Volviendo a estos matrimonios « halal », organizados de antemano, resulta que la mujer no puede ni siquiera conocer a su marido antes de casarse con él. La sociedad tunecina conserva estas costumbres, pero también conserva su rechazo hacia ellas. Es decir, conserva los aspectos positivos y negativos.

IEMed:Todo esto me parece muy interesante. Justamente, el libro La sociedad civil en Marruecos muestra que a veces pensamos que algunas costumbres vienen de Occidente, y no es así. Por ejemplo, en Marruecos, especialmente en el sur, existe la costumbre de ayudar a construir la escuela, la mezquita, hacer trabajos para los vecinos, ayudar a los enfermos. Con esto quiero decir que siempre es bueno trabajar y reaccionar con contextos culturales propios. Volviendo a la conferencia ministerial que he mencionado antes, ¿cuál es su opinión al respecto? ¿Cree que el encuentro dará resultados o que generará aún más reservas?

B.K: Los encuentros, los diálogos, los intercambios de información e impresiones son siempre beneficiosos para la población. No podemos decir que no conducen a nada. Hay que impulsar y promover estas iniciativas, intentar tomar decisiones y ponerse en el lugar del otro, porque no podemos simplemente luchar para conseguir nuestra postura, hay que aprender de los demás. El papel de la sociedad civil es empujar, presionar, y si llegamos, muy bien, pero si no llegamos, hay que volver a intentarlo una y otra vez.

IEMed: Muchas gracias.

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